Una verdad conocida

La Academia Nacional de Ingeniería, a través de su Instituto de Construcciones y Estructuras (ICyE), ha presentado un informe que revela una realidad alarmante: los derrumbes y fallas estructurales en Argentina no son casos aislados, sino un problema sistemático en notable crecimiento que ha cobrado cientos de vidas y provocado pérdidas millonarias en los últimos 15 años.
El documento, elaborado por los máximos especialistas del país en la materia, no solo documenta esta preocupante tendencia ascendente, sino que exige una revisión urgente de las prácticas profesionales y el fortalecimiento de los controles en toda la industria de la construcción.
Cifras que no podemos ignorar
Entre 2010 y el primer semestre de 2025, el ICyE documentó más de 100 colapsos totales o parciales de edificios en todo el país, evidenciando un incremento sostenido en la frecuencia de estos incidentes. Evidentemente, ello representa apenas una fracción del problema ya que el relevamiento solo incluye casos que fueron difundidos en los medios, lo que significa que la cantidad real de incidentes podría ser significativamente mayor.
El relevamiento incluyó colapsos totales o parciales en todo tipo de edificaciones: viviendas, comercios, industrias y espacios públicos como escuelas, templos, cines y teatros. Las fallas se clasificaron en tres categorías: primero, las producidas en edificios existentes por causas como deterioro de materiales, falta de mantenimiento, sobrecargas imprevistas o asentamientos de fundaciones; segundo, las ocurridas durante remodelaciones ejecutadas sin estudios previos adecuados, desconocimiento del proyecto original o intervención de profesionales no matriculados; y tercero, las que suceden durante la construcción de edificios nuevos por deficiencias en excavaciones, mala ejecución del hormigón, dirección técnica incompetente o errores en los proyectos estructurales

Fuente: Informe ANI – IcyE - ALERTA SOBRE LA FRECUENCIA DE DERRUMBES EN CONSTRUCCIONES NUEVAS Y EXISTENTES - Un llamado urgente para mejorar la seguridad en las obras
La distribución geográfica revela patrones evidentes, con más sucesos donde existe mayor presión inmobiliaria y densidad poblacional. Buenos Aires encabeza la lista con casi 50 casos registrados, seguida por CABA que reporta cerca de 20 derrumbes y Córdoba que suma aproximadamente 12 incidentes. El resto de las provincias presentan casos dispersos, aunque probablemente subregistrados por falta de cobertura mediática.
Ahora, quiero detenerme en un dato puntual relevado y registrado en este informe : el 39% de estos colapsos ocurren durante la construcción de edificios nuevos. Es decir, estructuras que ni siquiera han sido habitadas ya están fallando.

Los tres escenarios críticos
El informe del ICyE identifica tres escenarios críticos donde se producen las fallas:
1. Durante la construcción de obras nuevas (39%): Este es el dato más preocupante. Edificios que deberían representar lo último en técnicas constructivas poseen patologías de diverso grado antes de ser entregados. Las causas son múltiples y evitables: excavaciones mal ejecutadas que afectan edificios linderos, hormigón elaborado o colocado de forma deficiente, armaduras mal diseñadas o instaladas incorrectamente, obras dirigidas por personal sin la capacitación adecuada, proyectos estructurales con errores de cálculo y ausencia de planos debidamente revisados por profesionales competentes.
2. En remodelaciones de edificios existentes: Muchas veces, el sueño de modernizar o ampliar una propiedad se convierte velozmente en un disgusto, cuando no deriva en pesadilla. Los propietarios o contratistas realizan cambios sin estudios técnicos previos, desconocen el proyecto original del edificio, no consideran el impacto en construcciones vecinas, ejecutan obras sin la participación de profesionales matriculados y utilizan materiales inadecuadamente o de mala calidad.
3. En edificios existentes: Relacionadas principalmente con el paso del tiempo y las deficiencias operativas. Entre las causas más comunes se encuentran la corrosión de estructuras metálicas, el deterioro de materiales por falta de prevención y mantenimiento, sobrecargas no contempladas en el diseño original, cambios de destino sin los estudios adecuados.
El ICyE relevó más de 160 casos de problemas estructurales graves que fueron detectados y solucionados a tiempo por ingenieros especializados. Estos incidentes nunca llegaron a los medios, y por poco terminaron en colapsos estructurales. Una intervención a tiempo salva muchas vidas y bienes pero cuestan gran cantidad de dinero. Hablamos de colapsos parciales inminentes, deformaciones excesivas en estructuras, fisuras y agrietamientos críticos, armaduras defectuosas y apuntalamientos inadecuados que podían ceder en cualquier momento.
Verdad conocida. Recomendaciones conocidas
La parte buena de este asunto es que la gran mayoría de estas fallas son completamente evitables. No estamos hablando de catástrofes naturales impredecibles, sino de errores humanos, negligencias, inobservancias y falta de controles adecuados.
Aunque parezca menor, la ética profesional juega un rol preponderante en todo momento. Los profesionales de la construcción debemos validar nuestro compromiso (ético) con la seguridad por encima de los plazos o costos, mantenernos actualizados en técnicas y normativas, y rechazar proyectos o ejecuciones que no cumplan estándares mínimos normativos y del buen arte.
Por su parte, el cliente en sus diferentes formas, grande o chico, individual o empresa, propietarios, desarrolladores e inversores, etc debe comprender que contratar obras sin profesionales matriculados, aceptar presupuestos sospechosamente bajos o prescindir de la documentación técnica completa no representa un ahorro sino una apuesta irresponsable con vidas humanas y con el patrimonio del cliente (muchas veces el propio). Esta exigencia de calidad profesional aplica tanto para obras nuevas como para el mantenimiento preventivo de estructuras existentes.
La construcción es una de las industrias más importantes de Argentina, motor de empleos y desarrollo económico. Cada uno de los actores involucrados en ella debemos asumir con plena conciencia que la seguridad estructural no admite negociaciones, atajos ni excepciones.